Sentí que te perdía. Sentí que te perdía y suspiré, desfallecí, Sentí cómo es que venga la muerte por ti Una simples palabras bastaron para cortarme en mil pedazos, Para hacerme volar con cadenas en mis brazos, El orden correcto de simples vocablos se encargó de extinguirme en segundos con una oración. ¿Dejarte ir o retenerte? ¿Cómo iba a pedirte que te quedaras, si en ese momento ya te habías ido lejos de allí? Me sentí una prisionera de tu sádica sed de venganza y amor, Temí por mi inquebrantable y frágil alma, que se partiría en pedazos al verte iniciar tu viaje. "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde." Esa es la frase del perdedor, de quien ya murió. Pero yo estuve sujeta por el breve hilo entre la luz y las sombras, Por siglos. las tinieblas me mostraban el perfecto cuadro de una vida sin ti. Y sentí morir.
Imagen de Pinterest Tenía que llegar. El día tenía que llegar. De nuevo te volvería a ver, siempre lo supe. Lo que no sabía era cómo se iba a desarrollar ese momento ni cómo ibas a reaccionar al verme… Yo estaba parada en medio de la plaza central de la universidad, tú caminabas hacia ella con tus amigos. Ellos me saludaron, tú solo me lanzaste una mirada. Como siempre, nuestras miradas hacían que las palabras quedaran sobrando. Tú me lo dijiste todo con un gesto: me odiabas. Pasado. Me odiabas: a partir de aquel día en que te rompí el corazón. Me odias. Presente. Me odias y esa será una conjugación que de seguro trascenderá a tiempo Futuro. Es irónico, lo sé. Irónico pensar que yo fui la mala del cuento y que ahora vengo a hacer un reclamo por sentimientos. Pero ¡tenía mis razones! Sigo teniéndolas. Yo estaba tratando de dejar atrás un pasado tempestuoso que tú insististe en mantener vivo. Si no me alejaba de ti iba a terminar ahogándome de nuevo. Sí, te lasti
Había sufrido mucho. Desfallecía cada segundo, sus lágrimas no cesaban. Solo recordaba la manera tan despiadada en que rompía su corazón; tan bello, tan frágil, tan puro… Estaba segura de que jamás se perdonaría. Mónica no amaba a hombre alguno, solo a él. Apuñalaba el hermoso corazón del pobre muchacho una y otra vez, en su memoria. Lo extrañaba, moría por su regreso. Se sentaba y sufría. Esperaba sollozante mientras lentamente moría de amor por él.
Comentarios
Publicar un comentario