Trazos de presente
Encontrarse por azar del destino, mirarse, sorprenderse por la belleza que el otro alberga en su exterior o en el interior. Guardar esa imagen, esa fotografía de una persona ya no tan desconocida, pasarla una y mil veces por la memoria. Recordar el encuentro. Decidir si todo se quedará como una mera casualidad o darle paso a la tan temida cercanía de los cuerpos. Claro, si es por consenso. Irse conociendo poco a poco. Guardar canciones, letras, aromas y pequeñas pistas que guíen al cerebro hacia el enamoramiento. Irse aferrando al recuerdo de la otra persona... Mi encuentro contigo fue algo parecido a eso, con la pequeña diferencia de que fue más complicado. Los amores verdaderos no están diseñados para ser simples, ¿o sí? Verte ir y venir, a veces por elección mía, a veces porque la vida nos reunía -como insistiendo en que nos quedáramos juntos-. Encuentros y desencuentros. Querernos y alejarnos por orgullo. Algo así va el relato protagonizado por nuestros nombres. Entonces: la