Sentí que te perdía. Sentí que te perdía y suspiré, desfallecí, Sentí cómo es que venga la muerte por ti Una simples palabras bastaron para cortarme en mil pedazos, Para hacerme volar con cadenas en mis brazos, El orden correcto de simples vocablos se encargó de extinguirme en segundos con una oración. ¿Dejarte ir o retenerte? ¿Cómo iba a pedirte que te quedaras, si en ese momento ya te habías ido lejos de allí? Me sentí una prisionera de tu sádica sed de venganza y amor, Temí por mi inquebrantable y frágil alma, que se partiría en pedazos al verte iniciar tu viaje. "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde." Esa es la frase del perdedor, de quien ya murió. Pero yo estuve sujeta por el breve hilo entre la luz y las sombras, Por siglos. las tinieblas me mostraban el perfecto cuadro de una vida sin ti. Y sentí morir.
Había sufrido mucho. Desfallecía cada segundo, sus lágrimas no cesaban. Solo recordaba la manera tan despiadada en que rompía su corazón; tan bello, tan frágil, tan puro… Estaba segura de que jamás se perdonaría. Mónica no amaba a hombre alguno, solo a él. Apuñalaba el hermoso corazón del pobre muchacho una y otra vez, en su memoria. Lo extrañaba, moría por su regreso. Se sentaba y sufría. Esperaba sollozante mientras lentamente moría de amor por él.
Quiérela y cuídala no te vas a arrepentir de sus locuras. No te vas a arrepentir de su irracional manera de enamorarse de ti. Abrázala muy fuerte, toma su mano, prométele el cielo y ella te dará las estrellas. Bésala bajo la lluvia. Bésala y sonríe después de hacerlo. Besa su alma y nunca te dejará ir. Recorran grandes distancias, no paren de ser felices juntos. Hagan lo que deseen pero siempre con pasión. Déjense llevar, como al ritmo de una melodía, lleguen a lugares desconocidos y no miren atrás.
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