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Bitácora: Lágrimas ahogadas

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Imagen de Pinterest Tenía que llegar. El día tenía que llegar. De nuevo te volvería a ver, siempre lo supe. Lo que no sabía era cómo se iba a desarrollar ese momento ni cómo ibas a reaccionar al verme… Yo estaba parada en medio de la plaza central de la universidad, tú caminabas hacia ella con tus amigos. Ellos me saludaron, tú solo me lanzaste una mirada. Como siempre, nuestras miradas hacían que las palabras quedaran sobrando. Tú me lo dijiste todo con un gesto: me odiabas. Pasado. Me odiabas: a partir de aquel día en que te rompí el corazón. Me odias. Presente. Me odias y esa será una conjugación que de seguro trascenderá a tiempo Futuro. Es irónico, lo sé. Irónico pensar que yo fui la mala del cuento y que ahora vengo a hacer un reclamo por sentimientos. Pero ¡tenía mis razones! Sigo teniéndolas. Yo estaba tratando de dejar atrás un pasado tempestuoso que tú insististe en mantener vivo. Si no me alejaba de ti iba a terminar ahogándome de nuevo. Sí, te lasti...

Fin de la existencia

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Fue entonces que me di cuenta, no me amabas quizás nunca lo habias hecho. Tres años después me percaté, con el dolor que me causaste y la sangre que vi correr sobre mi cuerpo, de que no fui más que un juego el mejor medio de entretenimiento para tu frívola sed de venganza. Cobraron sentido todos los regaños, las veces que mis amigas te juzgaron, las veces que mis padres me prohibieron verte, las veces que me pidieron que te dejara y las veces que no lo hice. Todo se acumuló. El mal no busca más que oscuridad abismal, el bien no repara hasta hallar luz y paz. A ti no te bastaron las lágrimas, no te fueron suficientes los gritos, querías ver dolor y cicatrices. A mí no me bastaron los rechazos, no me calmé al ver que te alejabas, anhelaba tus regresos eventuales y la forma en que jugabas conmigo como si fuésemos reales. Entonces, con el mar de emociones mezclado con tu infierno de resentimiento, volviste por última vez para acabar conmigo d...

Surgiendo en el silencio

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Tus miradas cruzándose con las mías, tus manos encajando con mis curvas, perfectamente, tus labios sellando un sentimiento que gritamos al viento con caricias, con sonrisas de complicidad y con abrazos. Nuestros encuentros furtivos de medio día; nuestros desvelos en madrugada, por placer; nuestros caprichos de jugarle la vuelta a la soledad mientras nos hacemos uno en alma y en espíritu. Estas ganas de gritarle al mundo que te amo, estas ganas de sentir tu calor conmigo, en todo tiempo, estas ganas de decirle al resto que se olvide de mí, de la que era antes de que llegaras a cambiar mi vida, antes de que llegaras a enamorarme así. Lo cierto es que fuimos un enlace inesperado del destino. No nos esperábamos, pero actuamos justo a tiempo, en medio de otros cuerpos esculturales y sudorosos, con una cena familiar imprevista, con unas cervezas y horas enteras de plática. No planeamos nada y, a pesar de eso, somos producto de una manera perfecta de encajar tu vida c...

Ilusión, nada más

Podrás enamorarme con una mirada, hacerme sonreír con un beso, marcarme con tus abrazos. Podrás construirme un mundo de ensueño con tus palabras. Podrás enredarme en mundos enteros construidos con suspiros y susurros. Podrás darme momentos felices, segundos en un paraíso irreal... Pero nada ha de perdurar si solo en el aire te quedas. Si tus actos no demuestran lo que tú corazón dice sentir. Si estás y no estás. Si no das todo por vernos florecer día a día. Si eres solo un sentimiento y no un actuar continuo merecedor de mi amor eterno.

Eternos

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Que nos aten las mismas locuras, los mismos demonios, las estrellas y una galaxia entera de pasión.

Ilusión

Niebla. Somos todo y somos nada. Somos sólo en mí cabeza, en mis sueños más profundos. Te tengo a mi lado, te deseo de muchas formas y la distancia entre ambos es mayor que cualquier Galaxia. Como agua que huye de mis manos. Mi cuerpo late, vibra a tu cercanía. Grito con ansias por tenerte conmigo pero no somos más que aire y vacío incontenible. Somos, seremos siempre una fecha de caducidad, el deseo de lo prohibido... Una irrealizable fantasía de mi cabeza.

Un año y tres meses después

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Aunque no estaban juntos, así se sentían. Podían dejar de hablarse, de verse o de escribirse por meses. Pero siempre volvían el uno al otro. Vivían en una especie de fidelidad inquebrantable con sentimientos no declarados de por medio. Estaban alejados por las tormentas y por no saber sobrevivir a la tempestad. Sin embargo, sabían que sobraban las palabras y que sus corazones se desbordaban cada vez que se volvían a encontrar. Eso bastaba, eso les era más que suficiente.